Las lejanas cumbres de las montañas imponían una robustez nívea contra el cielo azul. A medida que subíamos por serpenteantes senderos y atajos usados solo por las cabras de aquella región de Marruecos nos invadía una sensación de lejanía de todo confort que alentaba nuestros espíritus montañeros en su ascensión.
Un alienígena alucinado.