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Mostrando entradas de noviembre 16, 2013

Merecer o no merecer

Uno nunca merece lo que tiene, sea bueno o muy bueno, sea malo o muy malo. El verbo merecer pertenece por desmesurado a un ámbito más bien ilógico como la política o el protocolo desmedido en general. ¿Quién merece nada, algo o todo? Nadie y todos, o tal vez quien nada merece es merecedor de todo. Esto lo dijo, me parece, Jesús de Nazaret con otras palabras más claras y puede que también más crípticas. El merecimiento es la meretriz de las palabras, la puta de todos que a todos atiende y que a nadie consuela. ¿Se merece su fortuna el hombre más rico del mundo? ¿Sus penurias la mayoría de las demás personas? ¿Su sufrimiento el depresivo? ¿Su tonta alegría el irresponsable? ¿Su felicidad el bobo? ¿Su éxtasis el inmaculado y beato creyente? ¿Su vergüenza el tímido? ¿Su altivez la bella? ¿Merecemos algo alguno de nosotros? No, para nada, en absoluto. Se vive, se ama o no, se muere. Eso es todo. Así es la vida. Yo, dijo Sabina, por no tener no tengo ni edad de merecer. Se lo merece, digo yo