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Timidez


Un ruido en la ventana me despertó. Era un rasguear intermitente. Me levanté, abrí la ventana y lo vi.

-¿Qué haces? -pregunté enfadado por el abrupto despertar.

-Querrás decir: “¿Quién eres?”.

-Ya sé quién eres y me gustaría saber por qué me despiertas, desgraciado.

-Qué amable, eres realmente un tipo simpático, sobre todo cuando te diriges a desconocidos.

-Tú no eres un desconocido, eres un coñazo.

-¿Cómo que no soy un desconocido? ¿Acaso me has visto antes?

-Desde hace un par de meses no paro de verte, eres un coñazo, repito.

-Pues traté de pasar desapercibido, veo que ni para eso sirvo.

-Eres torpe, pero inevitable; vamos, entra, sé que tampoco me puedes evitar.

Y el gorrioncillo se arrebujó entre los pliegues de mi manta.

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