Ir al contenido principal

SPA


Hace un par de semanas fui a un hotel-spa con la intención de limpiar mi cuerpo y mi alma. Una advertencia a lo espiritualistas: spa no es sinónimo de karma, ni siquiera de breve terapia cognitivo-conductual. Una vez acomodado me invitaron a bajar en bata a un antro parecido al ammán islámico pero sin su encanto. Me preguntaron acerca de mis dolencias, físicas y psíquicas, y las resumí respondiendo que me jodían un huevo los lumbares. Tras una charla esclarecedora sobre lo puñetera que puede llegar a ser la psique para el soma, la chica responsable de mi curación se untó las manos con una grasa muy parecida a la que le ponen a mi coche en las revisiones y, tras ordenarme que me tumbara boca abajo y me desprendiera de la toallita que cubría lo imprescindible de mi anatomía (a lo mejor no fue en ese orden, pero mi nerviosismo desfigura mis recuerdos) posó con suavidad sus manos engrasadas sobre mi espalda y procedió a friccionar con vehemencia desde el coxis hasta la nuca y viceversa. En su opinión yo estaba muy contracturado (motivo por el cual fui, dicho sea de paso) y debía encontrar una vía de escape al atosigamiento de los deberes diarios, un modo de relajar mi mente para así de paso relajar mi cuerpo y alcanzar un equilibrio psicosomático que me reconciliara con la vida. Le dije que no sabía cómo así que ella me ofreció un pack de dvd's y un libro donde encontraría el alivio a todas mis tensiones. Como salió escopeteada en busca de aquel material yo me di la vuelta y no caí en la cuenta de que ya no tenía toallita que me protegiera. Cuando llegó la terapeuta ahogó un gritito y dijo con voz sofocada y temblorosa que aquella zona ella no la trabajaba. ¿Y si te quedas con tu terapia enlatada y te doy a ti el dinero a cambio de que alteres por una vez tus costumbres? Sugerí. Con ojos encendidos contestó que sí. Dos semanas después me siento nuevo, aunque la espalda me sigue jodiendo y una pregunta me acosa: ¿Quién dio el masaje a quién?  

Comentarios

Entradas populares de este blog

Política extraña

Parece que el mundo presenta indicios de cambio, lo que siempre es una buena noticia a la vista del rumbo que lleva desde que los humanos lo dirigen –con alarmante férrea mano y escaso juicio desde la revolución industrial del siglo XVIII, para poner coordenadas y centrar nuestro momento histórico-. Las elecciones primarias que se celebran en los Estados Unidos son fiel reflejo de dicho cambio. ¿Una mujer y un negro con opciones de alcanzar la presidencia? Atónito estoy, no doy crédito, alobado, vamos. Aunque parece que el voto latino pesa más que en otras ocasiones, no creo que sea razón suficiente para explicar este hecho. Algo visceral está sufriendo una transformación en el seno de la sociedad norteamericana, que es decir la civilización occidental. Y ese algo a lo mejor no será conocido hasta que el tiempo y los exegetas de la historia pongan los puntos sobre las íes del actual panorama sociológico; y a lo mejor eso puede demorarse decenios, tal vez siglos. De momento no puedo d

Anécdota sobre Dalí

Refiere Fernando Arrabal una anécdota sobre Dalí que tal vez arroje alguna luz sobre la compleja personalidad del pintor. Según cuenta el escritor se encontraban ambos en Nueva York y Dalí invitó a Arrabal a una fiesta privada en la que era muy posible que se dieran prácticas orgiásticas.

Opinar

A veces opino de cualquier cosa en este blog pero como un ejercicio de reflexión, más o menos liviano o sesudo en función de la hora y del ánimo. Por eso quiero dejar claro que cualquier parecer, juicio o afirmación mías acerca del asunto que sea son fácilmente revisables con las indicaciones adecuadas y, llegado el caso, hasta desmentidas sin el menor pudor por mi parte. La naturaleza de las personas inteligentes debe poseer una faceta de rectificación que los honra intelectual y moralmente. Por desgracia, ese no es mi caso. Soy un veleta y en el fondo muy pocas cosas me atraen lo suficiente como para tomar posición respecto a ellas. Si cambio de opinión respecto a un asunto, por vital que pueda ser o parecer se debe llanamente a que la opinión previa carecía de convicción al ser enunciada; peor todavía, más de una vez me he pronunciado para que quien me leyese pensara que yo tenía algún tipo de opinión sobre algo. Cuando la verdad desnuda es que no tengo claro casi nada, y casi nad