A veces opino de cualquier cosa en este
blog pero como un ejercicio de reflexión, más o menos liviano o
sesudo en función de la hora y del ánimo. Por eso quiero dejar
claro que cualquier parecer, juicio o afirmación mías acerca del
asunto que sea son fácilmente revisables con las indicaciones
adecuadas y, llegado el caso, hasta desmentidas sin el menor pudor
por mi parte. La naturaleza de las personas inteligentes debe poseer
una faceta de rectificación que los honra intelectual y moralmente.
Por desgracia, ese no es mi caso. Soy un veleta y en el fondo muy
pocas cosas me atraen lo suficiente como para tomar posición
respecto a ellas. Si cambio de opinión respecto a un asunto, por
vital que pueda ser o parecer se debe llanamente a que la opinión
previa carecía de convicción al ser enunciada; peor todavía, más
de una vez me he pronunciado para que quien me leyese pensara que yo
tenía algún tipo de opinión sobre algo. Cuando la verdad desnuda
es que no tengo claro casi nada, y casi nada me importa. Si esta
postura puede ser tomada como fruto de la pereza o de la cobardía,
será seguramente cierto. Pero seguiré escribiendo, aunque solo sea
para tomarme el pelo.
Parece que el mundo presenta indicios de cambio, lo que siempre es una buena noticia a la vista del rumbo que lleva desde que los humanos lo dirigen –con alarmante férrea mano y escaso juicio desde la revolución industrial del siglo XVIII, para poner coordenadas y centrar nuestro momento histórico-. Las elecciones primarias que se celebran en los Estados Unidos son fiel reflejo de dicho cambio. ¿Una mujer y un negro con opciones de alcanzar la presidencia? Atónito estoy, no doy crédito, alobado, vamos. Aunque parece que el voto latino pesa más que en otras ocasiones, no creo que sea razón suficiente para explicar este hecho. Algo visceral está sufriendo una transformación en el seno de la sociedad norteamericana, que es decir la civilización occidental. Y ese algo a lo mejor no será conocido hasta que el tiempo y los exegetas de la historia pongan los puntos sobre las íes del actual panorama sociológico; y a lo mejor eso puede demorarse decenios, tal vez siglos. De momento no puedo d
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