Roma es un buen sitio para perderse. Te sientes ajeno a tu tiempo, reconstruyes, con sus calles mágicas, el laberinto destruido de tu infancia; vagabundeas sabiéndote a a la vez que perdido, en tu sitio verdadero, en el que desearías estar para siempre. Pero te pierdes de todos modos, y te sabes perdido pero no quieres encontrarte ni que te encuentren, sino seguir perdido eternamente y alquilar una moto para perseguir al tiempo y detenerlo -‘Vacaciones en Roma’,Gregory Peck y Audrey Hepburn- o contemplar el tiempo en una fontana aguantando las ganas de lanzarte al agua y violar a una sirena -'La dolce vita', Anita Ekberg y Marcello Mastroiani-. Roma es caos y paz, multitud y soledad, serenidad y angunstia. Roma es eterna y fugaz; un suspiro que dura siglos; una perdición. Hay que perderse en Roma.
Parece que el mundo presenta indicios de cambio, lo que siempre es una buena noticia a la vista del rumbo que lleva desde que los humanos lo dirigen –con alarmante férrea mano y escaso juicio desde la revolución industrial del siglo XVIII, para poner coordenadas y centrar nuestro momento histórico-. Las elecciones primarias que se celebran en los Estados Unidos son fiel reflejo de dicho cambio. ¿Una mujer y un negro con opciones de alcanzar la presidencia? Atónito estoy, no doy crédito, alobado, vamos. Aunque parece que el voto latino pesa más que en otras ocasiones, no creo que sea razón suficiente para explicar este hecho. Algo visceral está sufriendo una transformación en el seno de la sociedad norteamericana, que es decir la civilización occidental. Y ese algo a lo mejor no será conocido hasta que el tiempo y los exegetas de la historia pongan los puntos sobre las íes del actual panorama sociológico; y a lo mejor eso puede demorarse decenios, tal vez siglos. De momento no puedo d
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Un abrazo.