Yo
cuento el cuento de una estrella sin noche, de un rumbo sin barco, de
un llanto que llora una risa sin fin. Cuento un cuento sin final que no deja huella,
esa huella fácil que solo está en el fin. Cuento cuentos sin contar
contigo, cuento historias que dejan dormir, las olvidas con la
rapidez de un parpadeo y no echas de menos principio ni fin. Cuento
lo que invento sin que me lo pidas, y yo y los inventos nos llevamos
bien: yo imagino un imposible idiota y ese pobre idiota ya vive sin
mí. Cuento lo que siento sin sentir de veras, cuento lo que un tonto
no supo contar, cuento lo imposible y hasta lo impensable que antes
que yo alguno ya pensó por mí; y lo hizo posible, y no él sino el
tiempo, que estropea los cuentos de nunca acabar. Cuento mis
miserias, cuento mis mentiras, cuento mis anhelos, cuento mi verdad.
Cuento tus sonrisas, cuento tus silencios, cuento los minutos que nos
quedarán. Cuento sin descanso, cuento sin contar, cuento sin aliento
si te cuento a ti. Cuento por decreto, cuento por condena, cuento lo
que cuento sin poder contar lo que contaría si me lo pidieras, lo
que contaría si fueras verdad.
Parece que el mundo presenta indicios de cambio, lo que siempre es una buena noticia a la vista del rumbo que lleva desde que los humanos lo dirigen –con alarmante férrea mano y escaso juicio desde la revolución industrial del siglo XVIII, para poner coordenadas y centrar nuestro momento histórico-. Las elecciones primarias que se celebran en los Estados Unidos son fiel reflejo de dicho cambio. ¿Una mujer y un negro con opciones de alcanzar la presidencia? Atónito estoy, no doy crédito, alobado, vamos. Aunque parece que el voto latino pesa más que en otras ocasiones, no creo que sea razón suficiente para explicar este hecho. Algo visceral está sufriendo una transformación en el seno de la sociedad norteamericana, que es decir la civilización occidental. Y ese algo a lo mejor no será conocido hasta que el tiempo y los exegetas de la historia pongan los puntos sobre las íes del actual panorama sociológico; y a lo mejor eso puede demorarse decenios, tal vez siglos. De momento no puedo d
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