Sólo al verte reconozco mi derrota, sólo al verme reconozco mi suplicio rotas mis alas de ángel, rotas por el empeño de librarte de tu exilio. Por redimirte de un eterno suplicio busqué en mi alma las espadas, pocas que taspasaran carne enemiga y loca deseosa mil veces de cariño. Acudo a tu recuerdo como un preso enjaulado y loco, poseso, sin alivio rescatador imposible, atado, sin seso, perdido en un jardín, llorando como un niño. Mis lamentos de infinito tiempo acuñan con tristeza sus pesares y vuelvo mi pálida faz y envuelvo con turbio velo recuerdos y lugares. No quiero mancillar con mi mirada el lustre de incontables siglos mas pretendo y sé que no soy nada conseguir la mirada de tu tiempo.
Un alienígena alucinado.