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Mostrando entradas de febrero 9, 2010

Mad Max

De todos los habitantes de la memoria los fantasmas son los únicos que nos devuelven una y otra vez a un pasado funesto que querríamos olvidar para siempre. Todos mis fantasmas tienen un solo nombre: Maximilian; o Mad Max, como yo le llamaba para mis adentros. Nacimos casi al mismo tiempo, como todos los gemelos, pero ya en la cavidad intrauterina estableció la prepotencia y el desprecio como puntales de su ley y salió al mundo el primero de los dos afirmando sus pies sobre mi calva cabeza para tomar impulso. El resto de nuestra vida en común fue una sucesión de acontecimientos -de índole muy parecida a ese tan precoz como agorero- que se enlazaban como eslabones de una cadena de la que él tiraba y a la que yo estaba sujeto como un esclavo o un perro malquerido. Mi sangre se congela cuando rememoro algunos de los episodios ignominiosos que padecí bajo la tiranía de Max, que siempre salía airoso de las investigaciones de mis padres sobre los sucesos gracias a una habilidad diabólica