Un destino separado de mi sino, una rosa que se marchitará, un perro apaleado, una crueldad que se cumple a pesar mía, un beso triste en la clara oscuridad, un almacén de llanto, un preso desahuciado de la vida, un trono real sin rey, un pozo seco, la risa de una niña sin vida, el autor de un libro seco, un bosque verde que pierde su verdor, la camisa sudada de un notario, un relato que no terminaré, la lágrima furtiva de una madre, el ocaso de una eternidad, la palabra de honor de un mentiroso, el 'hasta pronto' de quien no piensa volver, 'sin identificar' dice la placa en un cadáver, 'cerramos, caballeros' dice el barman otra vez, 'te juro por mi vida que no es cierto', mañana es otro día otra vez, las palabras que se dicen dejan huella, hacen daño, no se pueden enmendar. Palabras y palabras que se arrojan sin ser conscientes de que se nos volverán.
Parece que el mundo presenta indicios de cambio, lo que siempre es una buena noticia a la vista del rumbo que lleva desde que los humanos lo dirigen –con alarmante férrea mano y escaso juicio desde la revolución industrial del siglo XVIII, para poner coordenadas y centrar nuestro momento histórico-. Las elecciones primarias que se celebran en los Estados Unidos son fiel reflejo de dicho cambio. ¿Una mujer y un negro con opciones de alcanzar la presidencia? Atónito estoy, no doy crédito, alobado, vamos. Aunque parece que el voto latino pesa más que en otras ocasiones, no creo que sea razón suficiente para explicar este hecho. Algo visceral está sufriendo una transformación en el seno de la sociedad norteamericana, que es decir la civilización occidental. Y ese algo a lo mejor no será conocido hasta que el tiempo y los exegetas de la historia pongan los puntos sobre las íes del actual panorama sociológico; y a lo mejor eso puede demorarse decenios, tal vez siglos. De momento no puedo d
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Un abrazo.