Como me parece obvio que estoy pasando por un intervalo de reflexión que espero me sirva para encauzar definitivamente mi discurso literario, he decidido alternar los posts de mi novelita con pensamientos aforísticos y píldoras de humor para evitar que se descargue del todo mi batería creativa. Ahí van algunos.
Envejecer es un largo y tormentoso camino de renuncias, un ser consciente de que tu yo de hoy no es el mismo que el de ayer, sino una versión un poco más estropeada del mismo, aunque lo realmente duro consiste en aceptar que sigue siendo todavía mejor que el de mañana. Esta certeza desbarata la ilusión, que es una esperanza inefable en un mañana igual o mejor. Cuando se alcanza a comprender que, a partir de un momento de tu vida, tu universo entero iniciará la cuesta abajo, es fácil caer en las garras del pesimismo y la melancolía.
Como nunca espero nada, todo cuanto acontece en mi vida constituye una sorpresa, un regalo, una celebración; soy, en el sentido más inocente del vocablo, un inocente.
'Hoy' no sólo sirve para vivir en algún lugar (en el único lugar posible), también es donde se fabrican los futuros recuerdos, esos que tal vez nunca lleguemos a recordar.
La mujer de mis sueños siempre me encuentra dormido.
Las sombras funcionan con energía solar.
Según Ibsen, escribir es sentarse y juzgarse a uno mismo. Confieso que soy todavía un mal juez.
Toda palabra es una palabra de más, dijo Cioran. Escribo sobre ninguna cosa sin palabras para no tener que pedir perdón por ellas.
Cuando ya no me soporto más, escribo para olvidarme de mí.
Un día anuncié al viento: “Quiero ser escritor, dime qué tengo que hacer”. Dejó de soplar el viento.
Cuando la imaginación se me agotó recurrí a la realidad y me asusté.
Hay quien se escuda en la lectura para pensar lo que otros piensan, huyendo así -renegando- de los propios pensamientos.
¡Cuánto esfuerzo requiere escribir de un modo simple!
Comentarios
porque es la forma más veloz
que tengo de moverme
Chantal Maillar
¿Todo bien?