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Mostrando entradas de abril 26, 2009

El sabio

Dedicó su vida al conocimiento, aunque nunca lo disfrutó, porque no se detenía a paladear los sutiles manjares que los libros y los años le ofrecían, sino que los iba almacenando, como nueces las ardillas, para degustarlos algún día que nunca acababa de llegar, ya que él lo demoraba sin remordimientos ante la arrolladora seguridad de que era más fructífero el tiempo dedicado a la cosecha. Con la constancia de los obcecados y la urgencia del amante primerizo se esforzaba día tras día en aumentar el tamaño de su sabiduría con la equívoca esperanza de que le libraría de sus miedos. No advirtió hasta que fue tarde las infinitas posibilidades que la vida le brindaba, tan cegado estaba por su sed de ideas singulares, de opiniones distintas, de hallazgos reveladores. Por vivir más sabio que el resto de los hombres no le quedó tiempo para vivir una vida real fuera de sus mamotretos. Pensaba sin sentir, como un autómata programado para repetir su misma historia un día tras otro, una historia