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Mostrando entradas de marzo 4, 2009

Un ligue

La vi en el bar de la facultad, leyendo un libro acodada en la barra, en una postura de marioneta desmadejada que tenía que ser forzosamente incómoda. No era ni bonita ni fea, era diferente. Su vestimenta astrosa y provocativa y sus esporádicos ademanes despectivos y enojados –supongo que con el libro o con su autor- rebelaban una actitud de desafío ante la vida, de reto permanente, de autosuficiente independencia, una de esas anti-todo de las que tan pocas quedan en estos tiempos de conformismo consumista y de nihilismo de marca. Tal vez por eso estaba sola, esa clase de mujeres espantan de antemano a los ligones de barra, y a cualquier tipo de ligones, porque el ligón basa su comportamiento en la seguridad de una rápida conquista de la víctima, que rendida por sus encantos quedará sometida a su capricho lascivo y dominante. Pero en el caso de ella se veía pronto que no caería rendida ante nada y ante nadie, y por supuesto no se dejaría dominar. No me considero un ligón, no al menos