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Mostrando entradas de febrero 24, 2009

Albert

No creo andar muy errado si afirmo que los dos iconos por excelencia del siglo XX han sido Marilyn Monroe y Albert Einstein. La melena color platino cuidadosamente elaborada de ella y la hirsuta, canosa y descuidada de él son tan familiares a nuestros ojos que las podríamos reconocer aún cuando no enmarcaran sus respectivos rostros: ingenuamente sensual el de ella, ingenuamente perspicaz el de él. No acaban ahí sus semejanzas. Ambos encontraron prosaico y aburrido este mundo y buscaron refugio en otros, pero de naturaleza distinta: el de pastillas y alcohol, ella; el de la ciencia y la filosofía, él. Los dos fueron amados y también odiados -por alemanes antisemitas, él; por puritanos escandalizados, ella-. Y los dos trataron sin éxito de huir de la soledad. No la belleza transgresora ni la inteligencia genial, sino la superior humanidad de ambos ha sido la causa de que hayan sobrevivido a todos sus detractores y de haber acallado todas las críticas. Han abanderado, sin saberlo ni pre