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Mostrando entradas de febrero 18, 2009

Ni los propios dioses

Hace mucho tiempo viví durante unos meses en una cueva, como un ermitaño. Desde mi refugio contemplaba el paso de los días como copias de sí mismos que se intercalaban con noches idénticas y monótonas. Observar el paso del tiempo es una dedicación estéril, nada obtuve de ella y en cambio sí   perdí, curiosamente, el tiempo, mi tiempo que se me iba, arrastrado por el que pasaba, absorbido, succionado, arrebatado, dejando un vacío en mí que me hacía más frágil porque me acercaba más a la muerte. Recuerdo que buscaba el conocimiento, y para ello me fui a la cueva de aquella breve montaña sobre el altiplano de unos páramos lejanos, con un pellejo de agua y carne salada por todo alimento. No recuerdo el número de días que habité aquella cueva, pero sí que pasaba hambre, y que, en vez de encontrar el conocimiento, lo perdía con frecuencia debido a la desnutrición. Alcancé algunas veces, no obstante mi estado, o tal vez gracias a él, un plano contemplativo durante el que me fundía con la vi