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Mostrando entradas de diciembre, 2009

Greguerismos

El sueño del zapatero: un ciempiés con tarjeta Visa. Las mujeres bizcas siempre paren gemelos. Los beatos mueren por sobredosis de religión. La V se inventó a las diez y diez. Amor se escribe con A de Amistad. El hipocondríaco nunca enferma porque se cura en salud. El amor a primer oído es el flechazo de los ciegos. La ignorancia es la comida del odio. La papeleta de votar es la carta a los Reyes Magos de la Democracia. Vestir de negro sin necesidad es llevar luto anticipado por uno mismo. El molino de viento es la maquinilla de afeitar del aire. La noche se alimenta de lunas. ¿Cuándo dejarán de darles el Nobel de la Paz a pájaros distintos de la paloma?

Tempus fugit

Decía Oscar Wilde que es muy difícil acostumbrarse a dejar de ser joven, porque joven es lo que uno ha sido toda la vida. Estoy empezando a comprender el verdadero sentido de la frase. Desde hace algún tiempo mi mundo parece estar convulsionado, es diferente siendo el mismo, se me antoja otro, con matices que antes no apreciaba y que lo transforman por completo, como cuando una mujer se arregla para una fiesta y de repente la ves de otra manera porque parece otra con los arreglos y los afeites, aunque en el fondo siga siendo la misma. Pues de un tiempo acá noto que mis sobrinos, que eran unos macacos hace nada, empiezan a parecerse a los adultos que dentro de poco serán; que mis mayores, hasta ayer mismo adultos lozanos, van perdiendo lustre día a día, tropiezan más, se les olvidan los encargos, encogen y se arrugan. Y yo me siento atrapado entre esos dos tsunamis de la existencia: el que arroja al mundo vida joven y el que se lleva vida vieja. Y me siento descolocado, desubicado, per

Fiesta privada

Tengo la casa hecha un desastre. Aprovechando que tenía que llevar a Frankenstein a pasar la itv, el resto ha organizado una fiestecita privada y me lo han puesto todo perdido. Al parecer Mr. Hyde ha encontrado las llaves del mueble bar y ha repartido licores. Los he encontrado a todos en un estado lamentable. Los siete enanitos, desnudos y dormidos, roncaban como locomotoras alrededor de Alicia, también en pelota picada, que al parecer había renunciado a las maravillas de su país por las más prosaicas -y al parecer más gratificantes- del sexo grupal. Don Quijote había defecado en el yelmo de Mambrino antes de desmayarse sobre su mierda. Menudo asco, qué vergüenza de caballero andante, deshonra de cuantos desfacedores de entuertos en el mundo han sido. Rocinante, se ve que animado por el olor a excremento, se ciscaba sobre el Caballero de la Triste Figura, nunca más triste y astrosa que ahora. Hamlet, demacrado y macilento en su traje negro, dudaba si vomitar sobre Otelo o sobre el re

Madurar

Cuando era joven las chicas me decían que era un inmaduro. Ahora me lo dice todo el mundo. Lo cual prueba que el tiempo no siempre corre a favor de uno. Pero es que eso de madurar debe de ser un proceso bastante complicado sólo al alcance de gentes que atesoran ciertas virtudes como son la perseverancia, la prudencia, la ecuanimidad, el sentido de la responsabilidad y unos principios éticos que siempre cumplen; o sea, gente madura. Yo carezco de todo cuanto acabo de enumerar, excepto tal vez los principios éticos, pero los voy renovando en función de las circunstancias o por simple capricho, así que me temo que no sirven para ese ansiado proceso de maduración que tan esquivo me es. Eso sí, noto que cada vez con mayor frecuencia la gente me llama de usted, lo que me hace sospechar que físicamente sí que maduro. Es decir que soy un maduro muy inmaduro; contradictorio o no, es cierto por completo. Yo siempre he soñado que me seducía una mujer mayor que yo y me revelaba secretos arcanos

Esta vida

Arranco una flor de un mandarino y no sé a quién mutilo, si al árbol o a la flor; tal vez he provocado el aborto del fruto que nunca nacerá de esa flor. La vida es complicada; hagas o dejes de hacer terminas por hacer daño de un modo u otro, queriendo o sin querer. Vivir es lastimar, y también ser lastimado. Vivir intensamente es herir y ser herido profundamente, a la altura del corazón. Hay gente que sobrevive con el corazón atravesado por un puñal, y no se quejan, sólo sufren en silencio con una sonrisa en los labios, la sonrisa de la valentía, del orgullo del íntegro, del indomable. Otros en cambio van de mártires porque les aprietan los zapatos y no saben cómo salir de semejante horror; son los miserables entre miserables, los que no tienen perdón e irán sin duda al infierno de los cobardes, de los ingratos, de los egoístas. Hay dos clases de personas, las que viven y las que pasan por la vida, o la vida pasa por ellas. Las primeras asumen las consecuencias de vivir, las segundas l

El fantasma

   Como cada mañana abro la puerta de mi piso y me dirijo al dormitorio. He salido hace solo un rato camino del trabajo, después de ducharme, afeitarme y ponerme el traje azul con la corbata magenta. En la calle he dado media vuelta y he regresado al piso sin saber muy bien por qué, como cada mañana desde hace algún tiempo (no sabría decir cuánto, el tiempo fluye en completa inmovilidad últimamente, es más una nebulosa de momentos imprecisos que la dimensión inmutable y segura donde suceden las cosas, el escenario donde se escenifica la vida, esta vida que ya no sé si es mía, ni siquiera si es real, lo único cierto es que ya no es como era: mis rutinas ya no son predecibles instantes que se repiten sino derivas sin rumbo y sin sentido por un laberinto sin salida).    Me detengo ante la puerta del dormitorio, dudo si abrir, me noto nervioso, ¿por qué? ¿A qué temo? Me sudan las manos y me aprieta la corbata. Al fin me armo de valor y abro la puerta. Allí están de nuevo, el recu

Más paz

El premio Nobel de la paz considera que la mejor manera de conseguir más paz en Afganistán es enviar 30.000 soldados de refuerzo. La lógica de su decisión es inapelable: más fuerza equivale a más paz. Y si alguien tiene dudas al respecto que le pregunte al Presidente de los Estados Unidos, quien diplomáticamente derivará la cuestión al premio Nobel de la paz para que nadie le malinterprete ya que sólo sigue los dictados del corazón de un egregio pacificador que sólo un azar imposible le ha podido conceder un parecido tan cabal con él mismo. El asunto es sencillo por más que algunos malpensados o simplistas insistan en complicarlo. Pasa como con el premio Planeta, que si quien lo recibe resulta que es escritor puede haber lugar a malentendidos. Yo propondría, para acabar con dudas y suspicacias, que se otorgara sólo a escritores de reconocida pluma el Nobel de la paz y a Presidentes de los Estados Unidos el Planeta; total, no se iba a notar la diferencia. Queda la cuestión de a quién s