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Mostrando entradas de octubre, 2009

Irrealidad

El mundo se conduce según sus propias reglas telúricas e indescifrables. Nuestros intentos vanos por asumir el control de los acontecimientos rozan lo obsceno, por imposibles y por insensatos. Los animales que hemos catalogado de irracionales saben por instinto lo que está bien y lo que está mal para sobrevivir, que es su única meta. Nosotros, que perdimos el instinto en algún momento de nuestro proceso evolutivo, somos pretenciosos e insensatos, y nos estrellamos de continuo con un sistema precognitivo e imprevisible que nos supera, del que no sabemos nada, ni su principio ni su incierto sentido, sólo intuimos su posible final, y ni eso es del todo seguro. Pero seguimos sintiéndonos el ombligo de lo desconocido, pensando estúpidamente que somos la culminación y el fin de cuanto existe, prisioneros de nuestra soberbia y de nuestro antropocentrismo descerebrado, necio y temerario. Seguimos sin sacar conclusiones de la historia convencidos de que el rápido progreso de los dos últimos si

Siempre igual

Hay gente que por tal de caer bien acaba cayendo muy mal, y muy bajo. Tal vez no fuera su propósito inicial, pero al tiempo que un servilismo egoísta han ganado en el proceso bienintencionado unos valores vicarios que ocupan los que no les inculcaron sus mayores, tal vez por dejadez, tal vez por falta de receptividad de esta gente. Es complicado sacar conclusiones sobre comportamientos que afectan al conjunto de la sociedad, porque las variables son inabarcables y por tanto la posibilidad de análisis escasa, mayormente por el simple hecho de que la imprevisibilidad suele ser un ingrediente principal en el comportamiento de cualquier grupo humano. Pero, obviando lo científico, hay para quien sepa verlas imprevisilidades bastante predecibles, como el hecho singular pero no sorprendente de que George Bush jr. diera un pequeño golpe de estado accediendo a su segundo mandato con una maniobra claramente antidemocrática en el país que abandera la democracia. No buscó caer bien Bush, sino todo

Mi mundo

Aunque pueda extrañar a quien me conozca, yo fui un niño muy sensato, o así lo creía; en realidad estaba convencido de ello, o eso quería creer. Recuerdo que una vez mi padre me preguntó qué quería ser de mayor y yo, sin dudarlo un segundo, respondí que de mayor quería ser un adulto. A mi padre la respuesta le molestó, tal vez porque tenía puesta en mí alguna esperanza de mejoría, o de algún atisbo de normalidad; me miró con pena y susurró: 'si no fueras tan listo tal vez serías menos tonto'. Mi aspiración infantil se ha cumplido en parte: físicamente no cabe duda de que soy una persona adulta. El resto de mis facetas, sean cuales sean, aún flotan a la deriva en el limbo indefinido de una niñez perpetua, sin encontrar una salida hacia delante ni hacia atrás, es decir, que ni maduro ni vuelvo al nido, sino que permanezco, indolente, en un ámbito ajeno al espacio y al tiempo, contemplando pasar la vida retrepado en mi desidia mientras mordisqueo un mondadientes. Las leyes

La nueva ética

Es ya un tópico decir que la humanidad ha progresado sólo en la vertiente materialista, pero que en lo moral estamos igual que hace diez mil años. Yo no estoy de acuerdo para nada. En mi opinión hemos evolucionado moralmente, sólo que -al igual que ocurre en el progreso material- esa evolución ha sido mucho más acusada en algunas capas de la sociedad que en otras, lo que es coherente con la teoría evolucionista darwiniana. En los estamentos más arribistas de nuestra sociedad el criterio ético fundamental ha evolucionado en el tiempo para pasar de ser 'obra correctamente' -de acuerdo con el canon moral vigente- a 'obra de modo que luego no tengas remordimientos'. Y esto es un logro moral sin precedentes. Porque hagas lo que hagas siempre estarás a salvo de la carcoma de la culpa, y como según los sabios no hay peor juez que uno mismo, quien practique esta nueva ética siempre será inocente ante sus propios ojos, que son los que importan. Sí, ya sé que es una postura un t

Mario

Mario Conde ha salido de la cárcel con ánimo emprendedor, es de suponer que el mismo que le llevó en volandas de la facultad a la presidencia de un banco, aunque supongo que moldeado por la experiencia robinsoniana de sobrevivir a un naufragio vital sin otra ayuda que su propio coraje. Ha dejado claro que es un tipo duro, además de listo y éticamente ambiguo. Ya está metido en negocios varios y al parecer prometedores que tal vez concibiera en el silencio de su celda con la paciencia del vengativo que construye con parsimonia el instrumento de su venganza. Y también ha recuperado su discurso impecablemente errático de medrador sempiterno, su incontinencia mediática, su visible vocación mesiánica. Desbaratado su sueño berlusconiano de fusión de poderes con él al mando, busca regresar a Itaca con renovadas fuerzas pero cubierto con una piel de cordero para que nadie le adivine la intención -bastante clara tras la publicación de su libro- de volver a las andadas. Quien se cree intoca

Hasta siempre

La pasada madrugada murió la madre de un amigo. No era una madre cualquiera, como su hijo no es un amigo cualquiera. Él y yo compartimos los años de la niñez y la adolescencia en el colegio Puertosol. Era un chico formal, tímido y extrañamente seguro de si mismo. Con el tiempo averigüé que esa seguridad provenía del calor de su familia, una familia especial, de esas que envidias en cuanto convives aunque sea muy espaciadamente con ellas, una familia cohesionada por la tolerancia, la franqueza y el amor. Mi amigo, canalla imperdonable, tuvo una revelación en el momento adecuado: conoció a su futura esposa y madre de sus hijos, la mujer perfecta. Si alguna vez ha existido una pareja de la que sin lugar a dudas se haya podido decir que son tal para cual y todos los tópicos que se quiera y que suenan a huecos por falta de referencias reales, esos son ellos. Han encarnado y encarnan el mito del amor eterno. No ha sido un camino de rosas su proyecto familiar; el caprichoso azar les ha maltra

Y actué

Sospeché desde el principio que el nuevo y desdentado y simiesco ayudante de James era menos tonto de lo que parecía. Tal vez acentuaba con intención la impresión primera que causaba de bobo sin malicia que se reserva inesperados dardos de veneno verbal -veneno defensivo, para salvaguardar su dudosa dignidad- aunque descafeinado, sin peligro, a causa -era evidente, pensaban los muchachos- de la imposibilidad patente de malicia, mucho menos agresividad, que no se escapaba al olfato de nadie, por poco acostumbrado que estuviese a las costumbres del pueblo. Era un tipo bajo, chato, feo, infantil y ampliamente estúpido. La opinión era unánime: James había hecho un mal negocio, tendría que rectificar con sutileza para no quedar expuesto a la guasa de los muchachos, que tenían mucha, pero que mucha guasa. -Monkey -gritaba uno desde su asiento, jaleado por la cuadrilla-, ¿por qué no usas también los pies para servir? Ganarías una pasta, mono de los cojones. Y el descojone era general.

Tiempo escaso

No hay mérito en sobrevivir al tiempo. Yo llevo más de un milenio en este planeta y no se me caen los anillos por eso, el tiempo no ha hecho mella en mí. Sólo que el tiempo posee una cualidad de devastadores consecuencias para los vivos, y es la paciencia. De entre todos los dones posibles la paciencia es el más valioso. La tienen los chinos y por eso hay que temerles. La paciencia fermenta como lo grandes vinos y el tiempo siempre saca jugo de ella. No se puede combatir con las armas habituales porque se escapa siempre a trote de caballo hacia la eternidad. Pero ahora que lo pienso el tiempo no es un actor sino el escenario, así que hablar de dones no tiene sentido aplicado a un no-ser, pero yo siempre lo he tenido tan presente que se ha vuelto tan familiar como un figurante de comedia barataa un espectador reincidente, Zeus y Júpiter me perdonen. Y ahora explico el sinsentido aparente conque comencé esta ridícula reflexión. ¿Cómo se puede sobrevivir al tiempo? Parece un disparate. Y

???

No me lo puedo creer. Llevo tres días con casi sus tres noches -soy insomne- gestando un nuevo blog construido con la pericia de mis manos auxiliadas por el capricho del azar cuando descubro que esta herramienta virtual llamada blogger ha rellenado las carencias que me habían animado a desplegar velas en mi propia nave dejando sin sentido mis singladuras. Así que de momento estoy al pairo y fumo tabaco en pipa como Marlow o como Crusoe. Estos de Google, ¿son de Bilbao o qué? (Mis simpatías a los bilbainos)

Word y Cia

No sé si reírme o llorar, pero tengo un atasco en mis labores porque no sé cómo coño cambiar el formato de un texto y hacerlo más ancho. Nunca he querido someterme a la tiranía de los ordenadores -ni de ninguna otra máquina-, pero confieso que estoy, aunque no lo quiera, sometido. No se trata de una rabieta de niño perezoso o inepto sino de la constatación tremenda de que lo que hasta ayer tomaba por simple desgana de adentrarme en un mundo en teoría prescindible se ha revelado como la evidencia de que esa apatía hacia lo cibernético camuflaba una inseguridad ante la magnitud incierta de lo desconocido y una carencia de voluntad en mensurarlo. Tengo ante mí un texto de cierta anchura y quiero ajustarlo a las dimensiones de una nueva hoja virtual más grande, y no sé cómo hacerlo. Lo risible o lamentable es que a causa de mi impericia o ignorancia llevo empantanado casi un día -lo juro por Snoopy-. ¿Es justo, oh dioses, este castigo por mi desplante al ‘Progreso’? Reclamo hunildemente u