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Mostrando entradas de septiembre, 2009

Muertos descontentos

Nada más suicidarse se dio cuenta de su error. Sin duda se había precipitado y la consumación del acto fatal fue la consecuencia de una torpeza, de una reflexión aturdida e insuficiente, de un erróneo cómputo de los pros y los contras de su todavía corta existencia. Ahora, con la lucidez que dispensa la muerte, veía con una nueva perspectiva el decurso de su tiempo entre los vivos y la valoración era radicalmente distinta y desde luego no merecedora del drástico y temprano desenlace que él, alocadamente, había decidido depararle. Incluso se le antojaba ahora que había estado cegado por alguna especie de aturdimiento que le había impedido valorar en su justa valía la calidad de su tiempo en vida, que había sido -lo descubría de golpe y para su sorpresa- realmente bueno, satisfactorio, incluso digno de ser repetido, si la repetición fuese un atributo del tiempo, una opción para los humanos. Y un segundo o un minuto demasiado tarde -¿existe el tiempo o tiene sentido hablar de él en el re

Episodios históricos-Jota

Me materializo en un terreno árido y hostil cercano, según un paisano al que pregunté, a la ciudad de Jerusalén. Era alrededor del año I d.c., y justamente a ese c. quería yo conocer. Vi que un hombre subido a un rucio se acercaba seguido por una multitud a la ciudad. A su paso, todo tipo de lisiados iban sanando sobre la marcha: los ciegos veíasn, los cojos andaban, los leprosos cambiaban sus asquerosas carnes y pieles por otras que ya quisieran algunos astros del espectáculo de hoy en día. Al llegar a mi altura detuvo su jumento y me miró. -¿Conque tú eres Bvalltu? -Pues sí, supongo que es una estupidez preguntar cómo lo sabes. -En absoluto, pero quien ya sabe la respuesta no necesita preguntar. Sus ojos diáfanos y su seguridad precaria, a merced de las fuerzas públicas, me impresionaron no más que otros visinarios, como Rasputín, por ejemplo. -Pregunto para entablar conversación. -¿Quieres hablar del tiempo? -Mira, Jesús... -Llámame Jota, por favor, todos me llaman así. -N

El perro

El batallón avanzaba con la regularidad de un reloj. Un, dos,ar; un, dos, ar. El sargento, reenganchado varias veces para no verse sometido a la tortura de una vida en la que tener que decidir por él mismo, verificaba con cierto orgullo el perfecto poliedro humano de uniformes que repondían a sus órdenes como un solo mecanismo, al que guiaba a su capricho igual que un niño a un coche de juguete con mando a distancia. Su padre sirvió y murió por y para ese mismo ejército. Sólo tenía una debilidad, con los animales, pero la disimulaba muy bien. El sargento, aunque en el fondo compartía la debilidad del padre, jamás cedió a la sensiblería del cariño gratuito. Un, dos, ar. Sus hombres eran soldados de plomo en el mosaico guerrrero de su concepción de la vida militar, la única posible, viable, entendible y válida. Lo demás eran zarandajas de civiles que no sabían comprender una mierda: que sin ellos, los militares, sus vidas cómodas no estarían a salvo. Advirtió que un soldado de la retagu

Genny

Yo no recordaba un solo día de mi infancia sin que padre me golpeara. No siempre había sido así, se volvió violento cuando madre nos abandonó, a padre, a mí y a mis dos hermanos menores: Tommy de 10 años y Lucas, de 8. Yo había cumplido 13 el mes anterior. Como regalo de cumpleaños, padre me propinó una manta de palos que me dejó en cama varios días. Mis hermanos, en esos casos, acostumbraban esconderse en el apartamento de Genny, la vecina de piso y la única persona, tras la muerte de madre, que se preocupaba por nosotros. Ella nos escondía, escuchaba nuestras quejas, nos lavaba y nos daba algo de comer. También le hacía frente a padre cuando llegaba borracho y con ganas de bronca. Pero con ella no podía, no señor, ella no se dejaba intimidar, y creo que padre en el fondo le tenía hasta miedo. El suceso que marcó nuestra vida ocurrió una tarde de octubre. Padre llegó más borracho que de costumbre y con más mala leche. La emprendió a correazos primero conmigo y después con mis hermano