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Mostrando entradas de agosto, 2009

Episodios históricos-Sócrates

Dicen que la cultura europea está fundamentada en las enseñanzas de Sócrates y Jesucristo, aunque ninguno de los dos escribió una sola línea. Picado por la curiosidad, me subí en la máquina del tiempo y establecí las coordenadas espacio-temporales de destino en la Atenas del siglo V a.C.; aparqué en las afueras de la ciudad y me dirigí al ágora, donde según los escritos de sus discípulos solía impartir sus enseñanzas el maestro Sócrates. Distinguí a un grupo de jóvenes sentados en el suelo alrededor de un tipo bajo y regordete, con barba y pelo hirsutos y una enorme nariz aplastada contra un rostro picado de viruela. Conversaban con entusiasmo acerca de cuestiones diversas. Me aposté junto a la columna de un edificio, cerca de donde estaban. -Pero, maestro -graznaba uno de los discípulos estirando el cuello para hacerse oír-, si no sé lo que es el mal, ¿cómo podré evitar causarlo? -¿Por qué crees que no sabes lo que es el mal? -preguntó Sócrates con rostro risueño. Era increíble cómo l

Episodios Históricos-Primeros agricultores

Como estoy totalmente de acuerdo con Jardiel Poncela cuando dijo que la Historia era la mentira encuadernada, decidí construir una máquina del tiempo para visitar lo que Stephan Zweig llamaría 'momentos estelares de la humanidad' y vivir en persona algunos acontecimientos cuya memoria ha llegado hasta nuestras días inevitablemente alterada por las distorsiones que las personas y el tiempo han provocado sobre la fidelidad de los hechos. Tengan en cuenta que al fin y al cabo soy un extraterrestre, así que los viajes en el tiempo no tienen secretos para mí, excepto cuando son de pago, pero yo siempre trato de evitar los peajes de las dichosas autopistas temporales -algunas cosas son sempiternas- y busco alternativas quizá menos cómodas pero gratuitas, así que una cosa por la otra. De modo que subí a mi máquina y establecí las coordenadas temporales de destino alrededor de la época en que el homo sapiens abandonaba las tareas de caza y recolección de granos y frutos para dedicarse

El mensajero

Por favor, Irene, no lo hagas. Te lo suplico, no te vayas, no tienes por qué asustarte. No he venido a lo que piensas, no soy ningún monstruo; sólo soy un pobre diablo que no le haría daño a una mosca; vengo a darte un mensaje. Por favor, siéntate y tranquilízate, tengo que hablarte sobre un asunto de extrema importancia. Se trata de tu madre, traigo un mensaje suyo para ti. Si me concedes unos minutos te prometo que luego me marcharé y no volveré a molestarte. ¿Estás mejor? ¿Quieres que vaya a por un vaso de agua? ¿No? Como quieras. Gracias por tu comprensión, ¿cómo? ¡Claro que sí! Faltaría más, ten el número de emergencias marcado en el móvil, pero te juro que no vas a necesitar hacer esa llamada, no soy peligroso, ya te he dicho que sólo soy un pobre diablo, un recadero provisional. Te cuento. Hace unos días conocí a tu madre por casualidad. Nos vimos en el bar del hotel y enseguida simpatizamos, sin malicia, sin intereses ocultos, simple amistad a primera vista, suena raro, ¿verdad

Pero escribo

Escribo para acordarme de que estoy vivo (porque el día que consigo con esfuerzo rellenar algunas páginas que decido no arrojar a la papelera porque considero que tal vez merecen –ellas, no yo- el regalo de una breve cuarentena tras la cual las releeré quizá con otros ojos, y entonces tal vez decida romperlas, o no, puede que de nuevo las devuelva al cajón donde guardo mis pensamientos errabundos para que sirvan un día lejano como prueba de que en un pasado que coincide con este presente tuve una identidad, fui, de otra forma a como seré entonces, pero sabré que fui, que pensé, que sentí, que escribí para no olvidarme de que estaba vivo.) Escribo porque sin escribir me convierto en lo que soy en mis pesadillas. Camus dijo que todos acabamos teniendo la cara de nuestras verdades. Yo debo de poner esa cara mientras duermo, porque en los sueños no puedo mentirme. Nadie se engaña cuando sueña, porque los sueños son los testigos ocultos de nuestras más íntimas verdades, los intérpretes de