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Mostrando entradas de 2009

Greguerismos

El sueño del zapatero: un ciempiés con tarjeta Visa. Las mujeres bizcas siempre paren gemelos. Los beatos mueren por sobredosis de religión. La V se inventó a las diez y diez. Amor se escribe con A de Amistad. El hipocondríaco nunca enferma porque se cura en salud. El amor a primer oído es el flechazo de los ciegos. La ignorancia es la comida del odio. La papeleta de votar es la carta a los Reyes Magos de la Democracia. Vestir de negro sin necesidad es llevar luto anticipado por uno mismo. El molino de viento es la maquinilla de afeitar del aire. La noche se alimenta de lunas. ¿Cuándo dejarán de darles el Nobel de la Paz a pájaros distintos de la paloma?

Tempus fugit

Decía Oscar Wilde que es muy difícil acostumbrarse a dejar de ser joven, porque joven es lo que uno ha sido toda la vida. Estoy empezando a comprender el verdadero sentido de la frase. Desde hace algún tiempo mi mundo parece estar convulsionado, es diferente siendo el mismo, se me antoja otro, con matices que antes no apreciaba y que lo transforman por completo, como cuando una mujer se arregla para una fiesta y de repente la ves de otra manera porque parece otra con los arreglos y los afeites, aunque en el fondo siga siendo la misma. Pues de un tiempo acá noto que mis sobrinos, que eran unos macacos hace nada, empiezan a parecerse a los adultos que dentro de poco serán; que mis mayores, hasta ayer mismo adultos lozanos, van perdiendo lustre día a día, tropiezan más, se les olvidan los encargos, encogen y se arrugan. Y yo me siento atrapado entre esos dos tsunamis de la existencia: el que arroja al mundo vida joven y el que se lleva vida vieja. Y me siento descolocado, desubicado, per

Fiesta privada

Tengo la casa hecha un desastre. Aprovechando que tenía que llevar a Frankenstein a pasar la itv, el resto ha organizado una fiestecita privada y me lo han puesto todo perdido. Al parecer Mr. Hyde ha encontrado las llaves del mueble bar y ha repartido licores. Los he encontrado a todos en un estado lamentable. Los siete enanitos, desnudos y dormidos, roncaban como locomotoras alrededor de Alicia, también en pelota picada, que al parecer había renunciado a las maravillas de su país por las más prosaicas -y al parecer más gratificantes- del sexo grupal. Don Quijote había defecado en el yelmo de Mambrino antes de desmayarse sobre su mierda. Menudo asco, qué vergüenza de caballero andante, deshonra de cuantos desfacedores de entuertos en el mundo han sido. Rocinante, se ve que animado por el olor a excremento, se ciscaba sobre el Caballero de la Triste Figura, nunca más triste y astrosa que ahora. Hamlet, demacrado y macilento en su traje negro, dudaba si vomitar sobre Otelo o sobre el re

Madurar

Cuando era joven las chicas me decían que era un inmaduro. Ahora me lo dice todo el mundo. Lo cual prueba que el tiempo no siempre corre a favor de uno. Pero es que eso de madurar debe de ser un proceso bastante complicado sólo al alcance de gentes que atesoran ciertas virtudes como son la perseverancia, la prudencia, la ecuanimidad, el sentido de la responsabilidad y unos principios éticos que siempre cumplen; o sea, gente madura. Yo carezco de todo cuanto acabo de enumerar, excepto tal vez los principios éticos, pero los voy renovando en función de las circunstancias o por simple capricho, así que me temo que no sirven para ese ansiado proceso de maduración que tan esquivo me es. Eso sí, noto que cada vez con mayor frecuencia la gente me llama de usted, lo que me hace sospechar que físicamente sí que maduro. Es decir que soy un maduro muy inmaduro; contradictorio o no, es cierto por completo. Yo siempre he soñado que me seducía una mujer mayor que yo y me revelaba secretos arcanos

Esta vida

Arranco una flor de un mandarino y no sé a quién mutilo, si al árbol o a la flor; tal vez he provocado el aborto del fruto que nunca nacerá de esa flor. La vida es complicada; hagas o dejes de hacer terminas por hacer daño de un modo u otro, queriendo o sin querer. Vivir es lastimar, y también ser lastimado. Vivir intensamente es herir y ser herido profundamente, a la altura del corazón. Hay gente que sobrevive con el corazón atravesado por un puñal, y no se quejan, sólo sufren en silencio con una sonrisa en los labios, la sonrisa de la valentía, del orgullo del íntegro, del indomable. Otros en cambio van de mártires porque les aprietan los zapatos y no saben cómo salir de semejante horror; son los miserables entre miserables, los que no tienen perdón e irán sin duda al infierno de los cobardes, de los ingratos, de los egoístas. Hay dos clases de personas, las que viven y las que pasan por la vida, o la vida pasa por ellas. Las primeras asumen las consecuencias de vivir, las segundas l

El fantasma

   Como cada mañana abro la puerta de mi piso y me dirijo al dormitorio. He salido hace solo un rato camino del trabajo, después de ducharme, afeitarme y ponerme el traje azul con la corbata magenta. En la calle he dado media vuelta y he regresado al piso sin saber muy bien por qué, como cada mañana desde hace algún tiempo (no sabría decir cuánto, el tiempo fluye en completa inmovilidad últimamente, es más una nebulosa de momentos imprecisos que la dimensión inmutable y segura donde suceden las cosas, el escenario donde se escenifica la vida, esta vida que ya no sé si es mía, ni siquiera si es real, lo único cierto es que ya no es como era: mis rutinas ya no son predecibles instantes que se repiten sino derivas sin rumbo y sin sentido por un laberinto sin salida).    Me detengo ante la puerta del dormitorio, dudo si abrir, me noto nervioso, ¿por qué? ¿A qué temo? Me sudan las manos y me aprieta la corbata. Al fin me armo de valor y abro la puerta. Allí están de nuevo, el recu

Más paz

El premio Nobel de la paz considera que la mejor manera de conseguir más paz en Afganistán es enviar 30.000 soldados de refuerzo. La lógica de su decisión es inapelable: más fuerza equivale a más paz. Y si alguien tiene dudas al respecto que le pregunte al Presidente de los Estados Unidos, quien diplomáticamente derivará la cuestión al premio Nobel de la paz para que nadie le malinterprete ya que sólo sigue los dictados del corazón de un egregio pacificador que sólo un azar imposible le ha podido conceder un parecido tan cabal con él mismo. El asunto es sencillo por más que algunos malpensados o simplistas insistan en complicarlo. Pasa como con el premio Planeta, que si quien lo recibe resulta que es escritor puede haber lugar a malentendidos. Yo propondría, para acabar con dudas y suspicacias, que se otorgara sólo a escritores de reconocida pluma el Nobel de la paz y a Presidentes de los Estados Unidos el Planeta; total, no se iba a notar la diferencia. Queda la cuestión de a quién s

Ya te digo

¿Cuál es el momento más adecuado para decir basta? ¿Cómo reconoce uno el instante en el que hay que parar? Y no me refiero a las relaciones sentimentales -aunque también-, sino a los diferentes episodios que suceden en la vida, cuya suma la articulan y le dan sentido. Porque ese final nunca avistado marca la diferencia entre lo que fue y es y lo que pudo haber sido y podría ser, entre lo existente y lo ausente, entre lo que somos y lo que ya nunca podremos ser. Y hay un componente de negligencia en esa ceguera que nos impide detenernos a tiempo, antes de que lo previsiblemente imprevisible determine nuestra realidad, porque decir que no a la siguiente copa, a la estéril llamada, a apretar el pedal del coche, a responder a un agresivo, a una indiferencia ante un ser querido, a tantos gestos prescindibles, es una responsabilidad tan decisiva que si lo supiéramos en su momento nos lo pensaríamos dos veces. Y pensar dos veces es la asignatura pendiente de la humanidad. Nuestra negligencia

Un tal Nico

Un colaborador del periódico 'El Mundo', Nico Rey, denosta a la inefable Pilar Rubio, inubicable en la taxonomía periodística, pero en mi opinión desenfadada showwoman de los programas de cotilleo sin veneno y además una chica de muy buen ver, porque al parecer de este periodista Pilar es una chaquetera. ¿Por qué? A su entender por haber decidido con libre criterio trabajar para otra cadena de televisión. No sé cómo abordar el tema sin usar epítetos descalificadores para don Nico. No se me ocurre ningún argumento aparte del obvio, que tiene que ver con el libre mercado y la respetabilísima opción que cada cual tome dentro de las reglas de ese mercado. Las obviedades se resisten a ser asistidas, argumentadas, defendidas, obviamente, sobre todo si pertenecen al universo de las libertades individuales dentro de un estado democrático del que durante algunas décadas estuvimos excluidos. Señor Nico, ¿a usted le pagan por sus escritos? Porque si es así, ya es más chaquetero que la po

Las vueltas de la vida

Fue su mirada lo que me alertó. Una mirada cortante, sigilosa e inmisericorde tras la que se adivinaba un poso de melancolía, como de halcón herido. Sus ojos ambarinos la dirigían, taladrándolos hasta desnudar sus auténticos pensamientos, hacia quienes merecían su ira o tal vez sólo su incomodo, como una linterna traspasa la oscuridad y desvela lo que realmente oculta. Era una mirada certera y despiadada en esas ocasiones, aunque luego se volvía lánguida, inerme, sin substancia: ese era su disfraz, parecer inocua e indefensa para ocultar su condición letal. Así era, recordé, la mirada de Fernandito, al que hacía más de veinte años que no veía, desde el final del bachillerato, que al igual que primaria y secundaria cursamos juntos, como camaradas inseparables, en el Sagrado Corazón. Y así era también la mirada de aquel hombre al que había estado siguiendo durante días, un cuarentón del que poco sabía aún, salvo que su mirada le otorgaba, al menos provisionalmente, la identidad del mejo

La pluma de Onetti

Hace poco tuve un sueño no sé si dormido o despierto. Debería haber una manera de distinguir los sueños según el estado en que los tuvimos, pero al menos en mi caso no hay manera. Así que confundo a veces lo soñado en sueño y lo soñado en vela. Y es una lata, ya que la huella evocativa que me abruma o me regocija durante horas o días después de soñar sueños dormido se ha reproducido en los sueños de vigilia, de tal modo que mis estados de ánimo de soñador sempiterno oscilan a merced de ese poso de sentimientos que ahora también me producen mis sueños desvelados. No sé que diría Freud al respecto, pero repito que es un fastidio. Pero quiero hablar de ese sueño que soñé tal vez dormido, tal vez despierto y que alteró la rutina de mis apetencias y caprichos durante algunos días. Soñé que yo era la pluma de Onetti, la misma con la que escribía sus líneas anárquicas y geniales. Como comprenderán, no tenía un horario de trabajo, ni un lugar fijo de descanso, aunque frecuentaba mucho la

El mismo mal

La burocratización excesiva de las organizaciones sociales y políticas es un fenómeno tan antiguo como las propias sociedades y ha sido uno de los primeros síntomas de su decadencia. Pero en un mundo como el actual donde la velocidad de los cambios se ha convertido en su seña de identidad y en el factor histórico diferencial, el lastre que supone la burocracia para reaccionar ante esos cambios vertiginosos y adaptarse a circunstancias en continuo movimiento es tan pesado que simplemente está consiguiendo que asistamos impotentes al espectáculo de nuestra propia destrucción. No hay que olvidar que fue su opresiva burocracia uno de los factores determinantes de la caída de la URSS, un gigante artrítico, social y políticamente anquilosado, incapaz de moverse bajo el peso de esa burocracia excesiva. La rigidez social, el cretinismo político, la parálisis moral, son lacras comunes a todos los países occidentales y las comparten por igual gobiernos de izquierdas y de derechas. El vendav

Gris

   Un humo denso y plomizo se elevaba sobre los tejados de la ciudad. Los rayos del sol no conseguían atravesar aquella espesura gaseosa. Era un día como otro cualquiera, la misma quietud indolente, la misma monotonía cromática, el silencio de la desesperanza. El tiempo se apelmazaba sobre las calles vacías, laberínticas y estrechas, y la mugre y el abandono tiznaban de olvido las fachadas de las casas. Como una foto en blanco y negro de sí misma, la ciudad se diluía en su propio olvido, delicuescente y etérea, momificada, como esperando un piadoso soplido para deshacerse al fin en cenizas.    Un cuervo se posó sobre la estatua de algún preboste local y trató de picarle los ojos de mármol. En una ciudad sin alma no hay alimento para los cuervos.    El río alquitranado se remansaba en turbios recodos donde se acumulaban inmundicias que había arrastrado desde muy arriba, desde otras ciudades de las montañas donde todavía ardía la llama de la vida.    El niño apareció silbando

El rehén

No se debería recoger pasajeros sin antes estar seguros de su naturaleza, aunque en mi caso ha sido precisamente el estudio de mi naturaleza el motivo por el que me han recogido. Soy, o mejor dicho, seré un objeto de estudio para ellos, se afanarán durante un tiempo en descifrarme buscando en realidad alguna pista que les lleve a descubrir algo sobre ellos mismos. La mayor incógnita que puede existir siempre se refiere a uno mismo, como individuo que vive y morirá, como especie viva que previsiblemente iniciará algún día su declive, que tal vez ya lo ha iniciado -¿cómo saber interpretar los signos del comienzo del fin cuando se niega tozudamente la posibilidad misma de ese final?- para desaparecer como apareció, sin un porqué, sin una función imprescindible que cumplir, sin un cometido. Me repliego sobre mí mismo en la oscuridad de este cubículo frío, mis sienes laten al ritmo acompasado de mi temor, la ausencia de dolor físico no me consuela, ¿cómo aliviar la angustia de estar preso

Irrealidad

El mundo se conduce según sus propias reglas telúricas e indescifrables. Nuestros intentos vanos por asumir el control de los acontecimientos rozan lo obsceno, por imposibles y por insensatos. Los animales que hemos catalogado de irracionales saben por instinto lo que está bien y lo que está mal para sobrevivir, que es su única meta. Nosotros, que perdimos el instinto en algún momento de nuestro proceso evolutivo, somos pretenciosos e insensatos, y nos estrellamos de continuo con un sistema precognitivo e imprevisible que nos supera, del que no sabemos nada, ni su principio ni su incierto sentido, sólo intuimos su posible final, y ni eso es del todo seguro. Pero seguimos sintiéndonos el ombligo de lo desconocido, pensando estúpidamente que somos la culminación y el fin de cuanto existe, prisioneros de nuestra soberbia y de nuestro antropocentrismo descerebrado, necio y temerario. Seguimos sin sacar conclusiones de la historia convencidos de que el rápido progreso de los dos últimos si

Siempre igual

Hay gente que por tal de caer bien acaba cayendo muy mal, y muy bajo. Tal vez no fuera su propósito inicial, pero al tiempo que un servilismo egoísta han ganado en el proceso bienintencionado unos valores vicarios que ocupan los que no les inculcaron sus mayores, tal vez por dejadez, tal vez por falta de receptividad de esta gente. Es complicado sacar conclusiones sobre comportamientos que afectan al conjunto de la sociedad, porque las variables son inabarcables y por tanto la posibilidad de análisis escasa, mayormente por el simple hecho de que la imprevisibilidad suele ser un ingrediente principal en el comportamiento de cualquier grupo humano. Pero, obviando lo científico, hay para quien sepa verlas imprevisilidades bastante predecibles, como el hecho singular pero no sorprendente de que George Bush jr. diera un pequeño golpe de estado accediendo a su segundo mandato con una maniobra claramente antidemocrática en el país que abandera la democracia. No buscó caer bien Bush, sino todo

Mi mundo

Aunque pueda extrañar a quien me conozca, yo fui un niño muy sensato, o así lo creía; en realidad estaba convencido de ello, o eso quería creer. Recuerdo que una vez mi padre me preguntó qué quería ser de mayor y yo, sin dudarlo un segundo, respondí que de mayor quería ser un adulto. A mi padre la respuesta le molestó, tal vez porque tenía puesta en mí alguna esperanza de mejoría, o de algún atisbo de normalidad; me miró con pena y susurró: 'si no fueras tan listo tal vez serías menos tonto'. Mi aspiración infantil se ha cumplido en parte: físicamente no cabe duda de que soy una persona adulta. El resto de mis facetas, sean cuales sean, aún flotan a la deriva en el limbo indefinido de una niñez perpetua, sin encontrar una salida hacia delante ni hacia atrás, es decir, que ni maduro ni vuelvo al nido, sino que permanezco, indolente, en un ámbito ajeno al espacio y al tiempo, contemplando pasar la vida retrepado en mi desidia mientras mordisqueo un mondadientes. Las leyes

La nueva ética

Es ya un tópico decir que la humanidad ha progresado sólo en la vertiente materialista, pero que en lo moral estamos igual que hace diez mil años. Yo no estoy de acuerdo para nada. En mi opinión hemos evolucionado moralmente, sólo que -al igual que ocurre en el progreso material- esa evolución ha sido mucho más acusada en algunas capas de la sociedad que en otras, lo que es coherente con la teoría evolucionista darwiniana. En los estamentos más arribistas de nuestra sociedad el criterio ético fundamental ha evolucionado en el tiempo para pasar de ser 'obra correctamente' -de acuerdo con el canon moral vigente- a 'obra de modo que luego no tengas remordimientos'. Y esto es un logro moral sin precedentes. Porque hagas lo que hagas siempre estarás a salvo de la carcoma de la culpa, y como según los sabios no hay peor juez que uno mismo, quien practique esta nueva ética siempre será inocente ante sus propios ojos, que son los que importan. Sí, ya sé que es una postura un t

Mario

Mario Conde ha salido de la cárcel con ánimo emprendedor, es de suponer que el mismo que le llevó en volandas de la facultad a la presidencia de un banco, aunque supongo que moldeado por la experiencia robinsoniana de sobrevivir a un naufragio vital sin otra ayuda que su propio coraje. Ha dejado claro que es un tipo duro, además de listo y éticamente ambiguo. Ya está metido en negocios varios y al parecer prometedores que tal vez concibiera en el silencio de su celda con la paciencia del vengativo que construye con parsimonia el instrumento de su venganza. Y también ha recuperado su discurso impecablemente errático de medrador sempiterno, su incontinencia mediática, su visible vocación mesiánica. Desbaratado su sueño berlusconiano de fusión de poderes con él al mando, busca regresar a Itaca con renovadas fuerzas pero cubierto con una piel de cordero para que nadie le adivine la intención -bastante clara tras la publicación de su libro- de volver a las andadas. Quien se cree intoca