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Mostrando entradas de noviembre 21, 2008

Integridad

Las convicciones profundas sirven, si no para otra cosa,   al menos como referencia cuando la mente, aturdida por el sopor del día a día, naufraga en el laberinto de cristal de sus propias ilusiones. Hay quien se aferra a una idea como un náufrago a una tabla en medio del océano. Y, por más que se acabe hundiendo con ella, no está dispuesto a admitir que se agarra a una idea equivocada. No sé quién inventó eso de ‘ser fiel a uno mismo’, pero andaba algo despistado. La fidelidad no existe, sólo la supervivencia. Y si no que les pregunten a los chaqueteros de la democracia temprana: cambiaban de colores y de discurso con la misma presteza con que acusaron para salvaguardarse al vecino inocente. Para comprender por entero el verdadero sentido de las palabras grandilocuentes con que algunos se atragantan en discursos excelsos no hay sino que haber vivido la desnuda realidad de una guerra que desmiente amistades y clarifica posturas que jamás adquirirían su relieve en tiempos de paz. De p

Por fin

Hay un término acuñado por los psicólogos del Grupo de Palo Alto, con Paul Watzlawick a la cabeza, que se aplica para describir una revelación trascendental que cambia la estructura de la realidad que una persona ha forjado durante su vida. Ahora no recuerdo ese nombre, pero viene a equivaler a ‘Revelación’. Waltzlawick acude a Víctor Hugo para ejemplificar ese concepto recurriendo a el protagonista de ‘Los Miserables’, Jean Valjean, quien tras robar las riquezas de una iglesia y ser sorprendido y llevado ante el obispo (o algún otro prelado, no recuerdo bien), no dio crédito cuando oyó de la boca de aquel que esas riquezas eran para él (Valjean) y que se había olvidado de llevarse un crucifijo. Valjean era un asesino sin misericordia. Aquella reacción de sus víctimas y al tiempo sus captores no encajaba en su concepción del mundo y lo marcó para siempre. A partir de entonces, por más que se empeñara, no consiguió mantener enhiestos los puntales de su arquitectura de la realidad, y