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Mostrando entradas de mayo 31, 2008

Día de pesca

( Advertencia: me gustaría publicar en este blog algunos cuentos ya escritos. No domino la técnica bloggera así que iré avisando. Lamento no ser más pulcro con mis publicaciones, pero estoy obviamente limitado) Día de pesca   Aunque no sabía muy bien por qué, Ernest gritó con furia.   -¿Pero dónde diablos está la llave?   -Ya hemos hablado de eso, -dijo Dodge con voz tranquilizadora-, ahora lo que tenemos que hacer es buscar en cada rincón del camarote para encontrarla. Y sobre todo no debemos ponernos nerviosos   -dirigió a Ernest una mirada de reproche-.   -Exacto, Ernest –dijo Conrad-, no hay que ponerse nervioso, lo hemos hablado hace apenas un minuto y tú ya lo has olvidado. A ver cuándo aprendes a dominarte, hombre.   -Pero es que no lo comprendo, tenía que estar en la cerradura, tenía que estar en la cerradura –la voz de Ernest fue convirtiéndose en un murmullo mientras repetía la frase. Al final enmudeció y se sentó en el suelo con la espalda apoyada contr

Spadeator I

L o primero que me alarmó fue que el espejo no reflejaba mi imagen. Después de haber salido a duras penas de aquella especie de arcón que olía a rayos y haber alcanzado el baño, en el que ante todo anegué mi cara en agua bien fría para disipar los vapores de la pesadilla en la que   había zozobrado durante días, o esa era al menos la sensación que destilaba mi martilleado cerebro, me atreví a mirarme al sucio espejo para descubrir –constatar más bien- que había perdido mi reflejo, la imagen archisabida que uno espera encontrar cuando se acerca a una superficie pulimentada, en su casa, en un hotel, o en el apartamento de una muñeca de primera, como era mi caso, para qué voy a andarme con modestias. Ocurrió así. En la disco donde acudo de tarde en tarde, más que nada por no perder la onda de la gente guapa, nadie me es desconocido –aparte los pringados de siempre- y viceversa, porque un detective privado con mi caché no pasa desapercibido. La noche anterior acudí por un trabajo que

El entendimiento

La cobardía y la envidia suelen ir de la mano. La integridad, en cambio, hace buenas migas con la presencia de ánimo y con el valor. Las pasiones extremas nunca son buenas porque tienen por consejero al fanatismo, que consiste en demostrar a toda costa que sólo quien lo posee lleva razón, y no se aviene a discusiones constructivas: estás a su favor o en su contra: su concepción del mundo es maniquea y corta de miras, pero es lo que estamos fomentando en el mundo occidental y desde el mundo occidental hacia otras culturas o civilizaciones. Si sólo algunos de los dirigentes de los distintos microuniversos humanos que existen en este planeta manejasen el arte de la empatía y, pasajeramente, se metiesen en la piel de sus supuestos enemigos, nuestro mundo sería otro bien distinto del que es; para bien, por supuesto. Mi madre galáctica me preguntó en nuestra última conversación por qué Luis Aragonés se empeña en no convocar a Raúl a la selección. Le contesté que los designios de los ma