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Mostrando entradas de abril 18, 2008

El mar

El mar embravecido aúlla bajo mi casa con un lamento desgarrado, tal vez consecuencia de las miles de heridas que, en forma de desperdicios y sustancias tóxicas, de continuo le infligimos. Es el mismo mar que surcaron navíos fenicios, griegos, cartagineses, y romanos hace muchos siglos; y el mismo por el que han navegado flotas británicas, francesas, españolas, portuguesas no hace tanto; y que hoy aguanta el tránsito indiscriminado y amenazante de petroleros y buques mercantes que transportan inquietantes mercancías. Es el mar eterno de Ulises, el mismo mar que una vez gobernara con sabiduría Neptuno, hoy objeto continuado de lesa majestad por quienes tanto llorarán este imperio acuático el día que ya para nada sirvan sus lágrimas. El emigrante suele añorar la tierra bienamada que abandonó; el ser humano, que de los mares procede, nada añora de ellos, ningún respeto les guarda. Sólo el poeta observa impotente desde los acantilados el inexorable declinar de la fuente de la vida y de l