Hay un término acuñado por los psicólogos del Grupo de Palo Alto, con Paul Watzlawick a la cabeza, que se aplica para describir una revelación trascendental que cambia la estructura de la realidad que una persona ha forjado durante su vida. Ahora no recuerdo ese nombre, pero viene a equivaler a ‘Revelación’. Waltzlawick acude a Víctor Hugo para ejemplificar ese concepto recurriendo a el protagonista de ‘Los Miserables’, Jean Valjean, quien tras robar las riquezas de una iglesia y ser sorprendido y llevado ante el obispo (o algún otro prelado, no recuerdo bien), no dio crédito cuando oyó de la boca de aquel que esas riquezas eran para él (Valjean) y que se había olvidado de llevarse un crucifijo.
Valjean era un asesino sin misericordia. Aquella reacción de sus víctimas y al tiempo sus captores no encajaba en su concepción del mundo y lo marcó para siempre. A partir de entonces, por más que se empeñara, no consiguió mantener enhiestos los puntales de su arquitectura de la realidad, y acabó siendo un gigante bonachón y arrepentido de su vil pasado. Había experimentado un cambio filosófico acerca de su papel en el universo y del universo mismo. Se volvió buena persona. No sé si Hugo congraciaba con la concepción maniquea de la ética que tan nefasta ha sido y sigue siendo en un mundo donde las posibilidades humanas son casi infinitas y reducirlas sólo a dos no sólo es un error sino una atrocidad, pero reflejó una realidad que sólo algunos privilegiados experimentan de sopetón y otros muchos poco a poco: que la vida es cambio continuo y quien no progresa y se adapta a ella muere, aunque siga vivo.
Yo, sufridos lectores (porque sé que alguno hay), estoy conmocionado por el conocimiento de un dato. Desde hace unos ocho años padezco casi en silencio la tortura de una enfermedad que los médicos denominaron ‘alergia’ a pesar de que los síntomas no se correspondían por completo con ella. Hoy, una médica homeópata, ha rectificado el dictamen y me ha diagnosticado una ‘candidiasis’, enfermedad sigilosa y soterrada, difícil de descubrir, pero de relativo fácil tratamiento y extirpación. Parece ser que los enfermos, al recuperarse, experimentan un éxtasis similar a una ‘Revelación’ simplemente por volver a ser personas libres de un padecimiento que durante años había sorteado todo tipo de diagnóstico y les había amargado la vida hasta el extremo de que algunos decidieron abandonarla.
Hoy soy feliz, tengo esperanza. Y quería compartirla con vosotros.
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