Un complaciente viento remueve los laureles
De mi jardín galano, y a lirios y azucenas
Estremece los pétalos, de los que vuelan sus penas
Arrastradas por el viento a puertos sin bajeles.
Aviva el vientecillo el fuego de mis claveles
Y reverberan mil llamas con azurita llenas
Que azulean la niebla que mis anhelos frena
Y dibuja mis sueños la flama de sus pinceles.
¡Quién alfarero fuera de fieros vendavales!
¡Quién con sus sólas manos de esmerado alfarero
Forjara y diera vida a eternos huracanes!
Desaforados ciclones que arrasaran por entero
El cieno de esta alma, y magma de volcanes
Vertiera en esta llaga de amor, por la que muero.
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