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Mostrando entradas de septiembre, 2008

A María y Justo

Una mirada de fulgor fiero y ardiente Y un tesón invencible y nunca ajado Consiguió al fin, el tiempo por aliado , Alcanzar la meta que habitaba vuestra mente.   Millones de paquetes llovieron de repente Sobre una naciente empresa y desparramaron Un naciente imperio, que no sé si valoraron Los que a vuestra sombra escaparon del relente.   Tú y tú forjásteis el recorrido De aquel proyecto, eternamente naciente Y no hubo desmayo en lo perseguido   Por vuestro sueño y vuestro empeño paciente, Y lograsteis culminar el recorrido Que os hizo dueños del amor de tanta gente.  

Adiós, María

A un ser querido me lo está robando, con concienzudo trabajo, la muerte. Le atacó a traición, lanzándola contra una estatua de jade. A mi tía María, que hoy agoniza sin saberlo, atada frágilmente a la vida por el cordón umbilical de un respirador asistido, de una máquina inventada para retrasar inútilmente el desenlace inevitable. La muerte siempre gana, no necesita luchar y se ríe de los inventos para burlarla. No hay esperanza alguna, dicen los doctores, es cuestión de horas que nos deje. Y deja sobre todo una vida plena en la que interminables momentos de lozana felicidad se vieron oscurecidos por la muerte temprana de un hijo, que alcanzó por suerte, antes de irse, a dejar a su vera una sana descendencia que de algún modo compensó aquella trágica pérdida. Fuiste, eres todavía aunque inconsciente, afortunada, María. Serás siempre añorada por hija, nietos y bisnietos y por un marido que, con tu ayuda inestimable, levantó un imperio luchando con un coraje de héroe que derribó todas la

Mi dueña

Ya sé que ya no soy de mi vida dueño, Que tu gozosa entelequia dentro de mí anida, Que es de mi carne y mis huesos la comida Y no hay parte de mí que no te ansíe con empeño.   Eres tú la dueña de este corazón de leño Tu omnímoda sonrisa me cura las heridas, Tu luminosa mirada es el faro de mi vida, Y tu lágrima acre el argumento de mis sueños.   Mi querencia por ti ya no es un accidente, Es mi amor un amor sin puertas de salida Y es también un dolor que cesa sólo al verte.   Abandoné aquel combate sangriento y homicida Que al principio libré por no pertenecerte Mas mi alma se rindió y quedó a tus pies vencida.  

Bajo mi limonero

Esta lánguida y eterna tarde de verano Resguardado yo a la sombra de mi limonero Veo pasar ante mis ojos mi vida por entero Y advierto que la muerte me tiende ya una mano.   Es triste comprender de golpe y a trasmano Lo que no llegó a ser, y crueles y certeros Recuerdos que no han sido me muestran el sendero Que pudo haber seguido este triste ser humano.   Y me empapa el aroma sutil de mis limones, Que alimenta en mi pecho fantasías vanas, Deseos imposibles que no miran razones.   Indago en mis entrañas con huidiza desgana Por ver si encuentro el centro de tantas desazones Y ¡cómo no!: lo dejo otra vez para mañana.  

El viento

Un complaciente viento remueve los laureles De mi jardín galano, y a lirios y azucenas Estremece los pétalos, de los que vuelan sus penas Arrastradas por el viento a puertos sin bajeles.   Aviva el vientecillo el fuego de mis claveles Y reverberan mil llamas con azurita llenas Que azulean la niebla que mis anhelos frena Y dibuja mis sueños la flama de sus pinceles.   ¡Quién alfarero fuera de fieros vendavales! ¡Quién con sus sólas manos de esmerado alfarero Forjara y diera vida a eternos huracanes!   Desaforados ciclones que arrasaran por entero El cieno de esta alma, y magma de volcanes Vertiera en esta llaga de amor, por la que muero.

La condena

Menté tu nombre en vano, sólo eso Y ardió la leña seca de mi frente Herida por un fiero rayo ardiente Que convirtió mi vida en la de un preso.   Reo soy de amor incandescente Por osar soñar la dicha de tu beso Por suplicar mis labios secos sólo eso Y ofender tu suspicaz alma inclemente.   Musitaron una sóla vez mis labios Con aliento de súplica y de anhelo Tu nombre, y aquel rayo me hizo sabio   Pues vi mi triste sino reflejado En tus ojos y no alcancé a ver cielo, Sino perpetuo infierno desolado.

Tres gaviotas

Un grácil trío de gaviotas caprichosas Con su dulce aleteo secaron aquel día Mis ojos, y sin detener su dulce fantasía Desarrugaron también mi frente cavilosa.   Y danzaban un dulce baile de misterio, De alas que blancas cruces semejaban Y parecíame a mí que señalaban La que para mí había en el cementerio.   Partió mi barco hacia un destino incierto Atravesando un mar de mil auroras Y veía yo en el mar vasto desierto.   Tras la vaga fragancia de las amapolas Se despidió mi corazón en aquel puerto De tres gaviotas que quedaron solas.

Divagaciones

L os amaneceres y las lluvias de estrellas, los eclipses y los ocasos, las hadas del viento y de la lluvia, el latido de tu corazón, una hormiguita, la mirada amarilla del sol, los versos tristes de una tarde de invierno, aquel amor que no pudo ser y este que tal vez será, ese niño jugando a las canicas, tu pelo húmedo después del baño, un rincón oculto en la penumbra, los verdes campos de las tierras fértiles, una estrella fugaz y un deseo, palomitas calientes en el cine, un perro chico que se equivoca de amo, la paloma de la paz sobre una estatua, el espejo del mar que refleja el cielo, un diablo en una botella, una sonrisa redentora, un viejo olmo cargado de recuerdos, ese libro que encendió una velita en tu corazón, un perro sin dueño ladrándole a la luna. ¡Qué corta es la vida!

Paladares

Las moscas prefieren una buena mierda a un suculento solomillo. Sobre gustos, ya se sabe, y sobre todo si hablamos de otras especies. Excepto, tal vez, el oso hormiguero, los animales y las personas pueden cambiar su paladar, incluso educarlo. Esto último no sé lo que es o en qué consiste, pero el verbo denota una posibilidad de mejoría, es de suponer, o tal vez no, porque es un verbo ambiguo. Educar a veces se confunde con adoptar unos hábitos que están de moda, y eso no implica necesariamente una mejoría, incluso puede suponer una franca desmejoría. En cualquier caso, cambiar el paladar puede ser una consecuencia de circunstancias que implican cambios en los hábitos de vida. Si uno se va a vivir a Laponia, es imprescindible que no sea alérgico a la carne de foca, o de reno. Los extraterrestres disponemos de una ventaja cualitativa: comemos lo haga falta, nuestro paladar es galáctico. Yo, por ejemplo, con un chocolate con churros para desyunar, una ensalada y un entrecot al mediodía

Otro sonetone

Me abandonaste una tarde cualquiera Una tarde dorada de Setiembre, Sabiendo yo que era para siempre, Fingiendo tú que por sólo un tiempo era. Nunca he tenido fe en el “para siempre”, Ni en el “hasta pronto” lo tuve siquiera. Qué poca fe di a tu “un día cualquiera Volveré” esa tarde de setiembre. Ahogo hoy mi pena entre limones, Desde aquella tarde mal herido, Aunque suene mal por “mal de amores” Mis mandarinas me dictan mi conducta, Si no he de ser tu bien querido Te querré como si fueses mi difunta.