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Lo subjetivo

La diferencia entre creerse buena persona o considerarse mala persona es muy similar a la que existe entre ser buena persona o no ser buena persona. Con el pequeño matiz de la subjetividad y el sentimiento de culpa y que, en ausencia constatada de la objetividad -siempre inaprensible- y la autoindulgencia, tiene su miga. Seamos sofistas –con perdón-; si la objetividad es una entelequia, es decir, nunca una verdad verdadera, y la subjetividad consiste en lo que a cada cual le salga de los cataplines, bien por hacer, bien por interpretar: ¿qué verdad podremos alcanzar sirviéndonos de nuestro  intelecto, tan limitado como, oh Dios, subjetivo? Ninguna. Esto lo han promulgado filósofos de todas los tiempos, y lo corroboro yo con la autoridad que me otorgan mis limitadas entendederas y mis ganas de decir lo que me sale de los cataplines. Joder. En ausencia de réplicas, que para eso mi blog es mío y no admito intrusionistas, declaro que divago por el placer de divagar y quien no entrevea un hilo conductor argumental en este humilde rincón de vertidos gaseofáceos es que está en inmejorables condiciones intelectuales para mandarme a tomar por el culo. Y yo que lo respeto, porque tendrá más razón que un santo. Vaya mierda de blog, perdonadme los que tengáis un corazón magnánimo. Los demás pues lo dicho, me mandéis a que me den.

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A veces opino de cualquier cosa en este blog pero como un ejercicio de reflexión, más o menos liviano o sesudo en función de la hora y del ánimo. Por eso quiero dejar claro que cualquier parecer, juicio o afirmación mías acerca del asunto que sea son fácilmente revisables con las indicaciones adecuadas y, llegado el caso, hasta desmentidas sin el menor pudor por mi parte. La naturaleza de las personas inteligentes debe poseer una faceta de rectificación que los honra intelectual y moralmente. Por desgracia, ese no es mi caso. Soy un veleta y en el fondo muy pocas cosas me atraen lo suficiente como para tomar posición respecto a ellas. Si cambio de opinión respecto a un asunto, por vital que pueda ser o parecer se debe llanamente a que la opinión previa carecía de convicción al ser enunciada; peor todavía, más de una vez me he pronunciado para que quien me leyese pensara que yo tenía algún tipo de opinión sobre algo. Cuando la verdad desnuda es que no tengo claro casi nada, y casi nad